viernes, 17 de agosto de 2012

Cuando el pastor se transforma en depredador

Una de las críticas más comunes (y trístemente la con más fundamento) que se hace a la iglesia cristiana en general y evangéica en particular es el común y desproporcionado (en muchos casos) enriquecimiento de pastores y líderes.

Casos no faltan y basta hacer algunas búquedas en la prensa para descubrir que este delito es más común de lo que se imagina.

Llega a ser indignante el ver iglesias donde la pobreza de los feligreses es extrema, careciendo en ocasiones de lo mínimo para subsistir, mientras que el pastor conduce un vehículo del año, 4x4 que sólo el pago de su permiso de circulación es suficiente para alimentar una familia. Da vergüenza.

Trístemente, muchas personas se alejan de Dios o se cierran a toda posibilidad de salvación debido a este comportamiento tan nefasto. Muchos llegan a pensar que la Biblia fue escrita con el propósito de que la “elite” controle a la “plebe”.

¿Que tiene la Biblia que decir de esta clase de pastores?

“Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza y diles que yo, su Señor y Dios, he dicho:
¡Ay de ustedes, los pastores de Israel, que sólo cuidan de sí mismos! ¿Acaso no son los pastores los que deben cuidar de los rebaños? Ustedes se comen lo mejor, se visten con la lana, degüellan a las ovejas más engordadas, pero no cuidan de las ovejas. Ustedes no fortalecen a las ovejas débiles, ni curan a las enfermas, no vendan las heridas de las que se quiebran una pata, ni regresan a las descarriadas al redil; tampoco van en busca de las que se pierden, sino que las manejan con dureza y violencia. Y las ovejas andan errantes por falta de pastor; andan dispersas y son fácil presa de todas las fieras del campo. Y así, mis ovejas andan perdidas por todos los montes y por todas las colinas. Andan esparcidas por toda la tierra, sin que nadie las busque ni pregunte por ellas” (Ezequiel 34:2-6 RVC)

Más claro, echarle agua. A Dios, el Señor, no le agrada que le trasquilen su rebaño. Me sorprende que se use justamente la palabra pastores en una época en la que la iglesia no existía.

“Por lo tanto, pastores, oigan la palabra del Señor:
A las ovejas de mi rebaño se las roban, las hacen presa de todas las fieras del campo. Andan sin pastor, y mis pastores no las cuidan ni van en busca de ellas, sino que sólo cuidan de sí mismos. Por lo tanto yo, su Señor y Dios juro, y ustedes, pastores escuchen bien lo que les digo: Yo, su Señor y Dios estoy en contra de ustedes, los pastores, y voy a pedirles cuentas de mis ovejas. Ya no voy a dejarlas al cuidado de ustedes, ni tampoco ustedes van a cuidar sólo de si mismos; yo voy a librarlas de la boca de ustedes, para que no se las sigan comiendo” (Ezequiel 34:7-10 RVC, énfasis añadido)
Estoy seguro que en estas iglesias de pastores acaudalados con feligreses en la miseria jamás se ha leído Ezequiel 34. Si es así, le invito a leer este capítulo completo en su iglesia. ¡Más de alguien se llevará una sorpresa!

Si tu pensabas que la Biblia es un manual de cómo enriquecerse engañando a otros, estás completamente equivocado.

A Dios nadie le miente, y muy pronto estos sinvergüenzas deberán dar cuentas de sus actos.

“¿No he tenido esto en reserva, y lo he sellado en mis archivos? Mía es la venganza; yo pagaré. A su debido tiempo, su pie resbalará. Se apresura su desastre, y el día del juicio se avecina.” (Deuteronimio 32:34-35 NVI)

Entendamos esto: En la iglesia se paga luz, agua, arriendo, útiles de aseo, sueldos, etc. Y en este mundo ese tipo de cosas se hace con dinero. El dinero no crece en los árboles, por lo tanto es necesario el aporte de los asistentes para el mantenimiento del edificio.

Cuando se construyó el Tabernáculo, el Señor instruyó a Moisés que recogiera una ofrenda voluntaria.

"Dile a los hijos de Israel que tomen una ofrenda para mi. La tomarán de todo aquel que de voluntad y de corazón quiera darla." (Éxodo 25:2 RVC, énfasis añadido)

Los israelitas dieron de corazón para la construcción del tabernáculo. Más adelante, la ley establece el diezmo para el sostenimiento de los sacerdotes del templo. Recordemos que muchos sacerdotes se corrompieron y "trasquilaron al pueblo" tal como lo menciona el Señor por medio del profeta Ezequiel.

Hoy vivimos en la Gracia. Somos comprados por medio de la sangre de Jesucristo, y nuestra salvación no depende de las obras. No obstante la iglesia necesita recursos para su funcionamiento, por lo que la ofrenda sigue siendo necesaria (mas no para salvación).

En el libro de los Hechos, leemos que en la iglesia primitiva, se mantenían bienes y fondos en común que eran repartidos equitativamente entre los miembros. Gran parte de los fondos recaudados iban en ayuda de los pobres, mientras que otro tanto se utilizaba para la difusión del evangelio (de hecho, los socialistas se sorprenderían al leer Hechos).

En la segunda carta a los Corintios, el apóstol Pablo instruye sobre esta ayuda para los santos (2 de Corintios 9. Recomiendo leer el capítulo completo).

Muchas iglesias conservan aún este modelo. Sus finanzas son sanas, no hay necesidades entre sus asistentes porque los fondos son correctamente administrados, constantemente están enviando misioneros y evangelizadores. Por lo tanto el problema no está en si se debe entregar
diezmo u ofrenda, sino en cómo se administra.

Lo importante es esto: Dar. No damos por obligación, ni esperando recompensa. Damos por gracia lo que por gracia recibimos. ¿Tenemos trabajo? Es por gracia. ¿Nos va bien en el trabajo? Es por gracia. ¿Tenemos un buen sueldo? Es por gracia. No nos jactemos de lo que hoy tenemos, porque todo pertence al Señor. Somos peregrinos en esta tierra y debemos extender la mano al necesitado tal como Jesús lo hizo mientras estuvo entre nosotros.

Que nadie te engañe, a Dios no se le soborna, nuestra salvación fue comprada con sangre, las bendiciones que tenemos son por gracia.