martes, 27 de noviembre de 2012

Cuando la santidad no es suficiente

En un post anterior escribí acerca de la definición bíblica de santidad (precisamente según Levítico) y su aplicación práctica tanto como un principio de "buen vivir" como de "buena vecindad".

Pero entendamos esto: La santidad por si sola poco y nada mejora nuestra condición de rebeldes contra Dios. Nuestra santidad y buenas obras en nada nos justifican.

"Todos somos como gente impura; todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia. Todos nos marchitamos como hojas: nuestras iniquidades nos arrastran como el viento" (Isaías 64:6 NVI)

Entendámoslo de esta forma: Somos seres pecadores. No es que nacemos puros y poco a poco nos vamos desviando, sino que nacemos completamente apartados de Dios y con una clara predisposición a pecar.

"Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios" (Romanos 3:23 NVI)

Lo voy a hacer más simple de entender aún: ¿que se necesita para ir al infierno? Nada. Quédate así como estás e irás al infierno.

La gran mentira que te cuenta la religión en esta: Tus "malas acciones" te llevarán al infierno y tus "buenas acciones" te llevarán "al cielo". Esa es la menira más asquerosa que ha inventado Satanás.

"Todos somos como gente impura; todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia. Todos nos marchitamos como hojas: nuestras iniquidades nos arrastran como el viento" (Isaías 64:6 NVI)

Sabiendo que es imposible que por nuestros propios méritos tengamos acceso al "cielo", Dios mismo ha proporcionado el camino para que lleguemos a Él.

"-Yo soy el camino, la verdad y la vida -le contestó Jesús-. Nadie llega al Padre sino por mi." (Juan 14:6 NVI)
"Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unegénito (es decir, a Jesús), para que todo aquel que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él." (Juan 3:16-17 NVI, paréntesis míos)

Y es el sometimiento a este Jesús lo que nos allana el camino a la eternidad con Dios. Es el creer de verdad en Jesús lo que abre nuestro corazón a la ley de Dios. Asi y todo es sólo y únicamente por la fe (es decir, el creer sin haber visto) en Jesús que nuestra salvación es real. Y esto es un regalo de Dios si contar nuestras "buenas acciones".

"Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras para que nadie se jacte." (Efesios 2:8-9, énfasis añadido)

Y es luego de este sometimiento al señorío de Jesús que Dios, cumpliendo su promesa "estampa" su ley en nuestro corazón.

"Éste es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel -afirma el Señor-: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo" (Jeremías 31:33-34 NVI)

Jesús mismo prometió vivir en aquellos que le aman.

"Le contestó Jesús: -El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él." (Juan 14:23 NVI)

Y enviarnos su Espíritu para que nos enseñe y nos recuerde a vivir conforme a la ley de Dios.

"Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho." (Juan 14:26 NVI)

Y todas esas obras que antes comentaba ya no son fruto de nuestro esfuerzo religioso por tratar de "juntar puntos para ir al cielo", sino que todo es un regalo gratuito de Dios.

El cumplimiento de la ley se hace entonces innecesario porque todo el mérito es de Jesús, y las buenas acciones ya no son fruto de nuestro esfuerzo, sino del Espíritu de Dios que viene como regalo, como un "timbre" o "sello" sobre nosotros.

"En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas." (Gálatas 5:22-23 NVI)

En resumen: Las buenas obras por sí solas sólo garantizan que una buena persona vaya al infierno. Por otro lado, el sometimiento a Jesús garantiza la vida eterna y nos capacita para las buenas obras.

¿Qué se necesita para ir al infierno? NADA.. QUÉDATE COMO ESTÁS.

¿Qué se necesita para ir al cielo? "Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos" (Hechos 16:31 NVI)

No te conformes con lo que lees acá. La santidad bíblica es mucho más que normas de buena vecindad y buen vivir. Si creees en Jesús y quieres saber más, consigue una biblia y podrás leer por ti mismo las maravillosas promesas que Dios tiene para ti. Si no sabes por donde empezar, el evangelio según Juan es un buen comienzo. Está en el Nuevo Testamento. Y si en algo te puedo orientar, estoy a tu servicio.

martes, 20 de noviembre de 2012

¿Qué significa ser santo?

¿Qué significa ser santo?

Cuando escuchamos la palabra santo, lo primero que se nos viene a la cabeza es la imágen de un tipo parado arriba de una nube, con una túnica (blanca o celeste), un arpa, alas y una aureola dorada arriba de la cabeza. O bien puede tratarse de alguien que está “en el cielo” y que por haber sido muy muy muy bueno o muy muy muy católico se le han dado ciertos atributos divinos para que la gente le “rece” y pida favores.

Nada más alejado de la realidad.

El concepto de santidad bíblico se establece en el Antiguo Testamento, a fin de que el pueblo israelita sea un pueblo completamente diferente de lo que había en el momento.

Entendamos esto: en esa época, si querías comer un bistec no ibas al supermercado o la carnicería, sino que tomabas un cuchillo afilado e ibas a buscar un ternero gordo. Los problemas entre vecinos solían resolverse con una espada y si un país estaba escaso de algún recurso simplemente invadía el país que lo tenía. (parece que las cosas no han cambiado mucho).

El llamado de Dios a su pueblo, es ser apartado, no dejándose llevar por las costumbres de los que les rodean.

Podemos parafrasearlo de este modo: “No hagan lo mismas estupideces que hacen los demás, ustedes deben ser diferentes”. Ahora bien, entendamos que quiere decirnos Dios con ser diferentes.

“El SEÑOR ordenó a Moisés que hablara con toda la asamblea de los israleitas y les dijera: 'Sean santos, porque yo, el SEÑOR su Dios, soy santo'.
Respeten todos ustedes a su madre y a su padre, y observen mis sábados. Yo Soy el SEÑOR su Dios.
No se vuelvan ustedes a los ídolos inútiles, ni se hagan dioses de metal fundido. Yo Soy el SEÑOR su Dios.” (Levítico 19:1-4)

También nos llama a ser bondadosos:

“Cuando llegue el tiempo de la cosecha, no sieguen hasta el último rincón de sus campos ni recojan todas las espigas que allí queden.
No rebusquen hasta el último racimo de sus viñas, ni recojan las uvas que se hayan caído. Déjenlas para los pobres y los extranjeros. Yo Soy el SEÑOR su Dios.” (Levítico 19:9-10)

A ser honestos:

“No roben.
No mientan.
No engañen a su prójimo.
No juren en mi nombre sólo por jurar, ni profanen el nombre de Dios. Yo soy el SEÑOR.” (Levítico 19:11-12)

A ser justos:

“No explotes a tu prójimo, ni lo despojes de nada.
No retengas el salario de tu jornalero hasta el día siguiente.
No maldigas al sordo, ni le pongas tropiezo al ciego, sino teme a Dios. Yo soy el SEÑOR.
No perviertas la justicia, ni te muestres parcial en favor del pobre o del rico, sino juzga a todos con justicia.” (Levítico 19:13-15)

A ser íntegros:

“No andes difundiendo calumnias entre tu pueblo, ni expongas la vida de tu prójimo con testimonios falsos. Yo soy el SEÑOR
No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado.
No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el SEÑOR” (Levítico 19:16-18)

A ser respetuosos y amables:

“Ponte de pie en presencia de los mayores.
Respeta a los ancianos.
Teme a tu Dios. Yo soy el SEÑOR.
Cuando algún extranjero se establezca en el país de ustedes, no lo traten mal. Al contrario, trátenlo como si fuera uno de ustedes. Ámenlo como a ustedes mismos, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto. Yo soy el SEÑOR y Dios de Israel.
No cometan injusticias falseando las medidas de longitud, de peso y de capacidad. Usen balanzas, pesas y medidas justas. Yo soy el SEÑOR su Dios, que los saqúe de Egipto.” (Levítico 19:32-37)

La santidad bíblica es simple y práctica. ¡Son leyes del buen vivir y buena vecindad!¡Cuánta falta le hace a este mundo!

Aquellos que se quejan alegando que la Biblia y las leyes de Dios están obsoletas y “pasadas de moda”, necesitan leer con mucha detención los versículos de más arriba. Yo pregunto con sinceridad... ¿cómo funcionaría esta sociedad si en verdad se aplicaran estos principios bíblicos? ¿Se imaginan un político con esta actitud? ¿o un empresario? Acá tenemos principios simples que nó sólo benefician al individuo, sino a la sociedad entera.

Recordemos que estas leyes fueron dadas en un contexto histórico y social donde se sacrificaban a los niños, y la carne se conseguía cortándola directamente de la vaca. Aún así su vigencia es plena y su aplicación trae grandes beneficios.

Ahora entedemos que la santidad no es un “estado” que se gana por méritos, ni tampoco una especie de “ascenso” religioso; sino que es la aplicación práctica de los mandatos de Dios en nuestro diario vivir, no sólo para nuestro beneficio, sino para toda la sociedad.

Y aunque la santidad en sí misma no trae como consecuencia la salvación, si debe ser una característica de quien ha puesto su fe en Jesús.

“La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es ésta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo.” (Santiago 1:27)

¿Hay algo de malo en esta actitud? ¿Hay algo condenable en la santidad? ¿Hay un motivo real y sincero por el que la humanidad deba rechazar estas leyes? ¿Hay acaso alguna alternativa de buen vivr? ¿Existe otra guía para tener una sociedad sana y pacífica?

Una última reflexión:

“Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades disenciones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas...
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.” (Gálatas 5:19-21a y 22-23)


...continúa


* Todas las citas bíblicas son tomadas de la Nueva Versión Internacional. Énfasis añadido.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Un mensaje a la juventud

¿Cuál es tu parámetro para saber si eres salvo? ¿Tienes conciencia de lo que la apostasía está haciendo hoy? ¿En qué o quién está puesta tu esperanza?

Un mensaje del predicador estadounidense Paul Washer que no deja indiferente a quien lo vea. Muchas veces la necesidad de llevar el evangelio a todas las personas trae como consecuencia una distorsión en el mensaje que puede tener consecuencias muy tristes.

Te invito a tomar asiento y ver este video. Te aseguro que puede cambiar muchas cosas de tu vida.