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martes, 24 de septiembre de 2013

A Dios no se le compra con diezmos

“No te reprendo por tus sacrificios ni por tus holocaustos, que siempre me ofreces. No necesito becerros de tu establo ni machos cabríos de tus apriscos, pues míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros.” (Salmos 50:8-10 NVI)
Dios te ama y por esto te provee.
“Al SEÑOR tu Dios le pertenecen los cielos y lo más alto de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ella. Sin embargo, él se encariño con sus antepasados y los amó; y a ti, que eres su descendencia, te eligió de entre todos los pueblos, como lo vemos hoy.” (Deuteronomio 10:14-15 NVI)
Si hoy el te está proveyendo y te ha dado más de lo que imaginaste. Si hoy eres un José sentado en la mesa del concejo del Faraón es simplemente porque te ama.

Muchos piensan que cuando diezman están haciendo una especie de transacción en la que compran la protección de Dios como si se tratase de Vito Corleone. Nada más alejado de la realidad. Nadie puede comprar favores de Dios, y menos con dinero.
“Porque el SEÑOR tu Dios es Dios de dioses y Señor de señores; él es el gran Dios, poderoso y terrible, que no actúa con parcialidad ni acepta sobornos.” (Deuteronomio 10:17 NVI)
No pienses que con tus diezmos y ofrendas estás comprando el favor de Dios. ¿Acaso piensas que Dios es una prostituta a la que compras con tu cochino dinero?

Si piensas que con tu dinerito puedes comprar el favor de Dios, hazte un favor a ti mismo y quémalo. Sí, leíste bien: quémalo. ¿Cómo te atreves a pensar con tu miserable dinero estás comprando el favor del que creó e universo completo? ¿acaso Él necesita tu dinero?
“Del SEÑOR es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuántos lo habitan; porque él la afirmó sobre los mares, la estableció sobre los ríos” (Salmos 24:1-2 NVI)
“Pues míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros” (Salmos 50:10 NVI)
“Mía es la plata, y mío es el oro -afirma el SEÑOR Todopoderoso-.” (Hageo 2:8 NVI)
“Porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él.” (Colosenses 1:16 NVI)

Si Dios te ha dado, es porque te ama. Luego tu deber como cristiano, creado a la imagen y semejanza de Dios, es dar. Primero provee a tu familia. Luego provee para tu iglesia, luego provee para los necesitados. Dios te puso en este mundo para que seas el factor que equilibra la distribución de ingresos. Tu deber es ser generoso.
“El que no provee para los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.” (1 Timoteo 5:8 NVI)
“La religión pura y sin mancha delante de Dios es ésta: atender a los huérfanos y las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo.” (Santiago 1:27 NVI)
“Unos dan a manos llenas y reciben más de lo que dan; otros ni sus deudas pagan y acaban en la miseria.” (Proverbios 11:24 NVI)
“Servir al pobre es hacerle un préstamo al SEÑOR; Dios pagará esas buenas acciones” (Proverbios 19:17 NVI)
Hay personas que se quejan. “Es que a mi Dios no me está bendiciedo, el hermano tanto tiene un auto nuevo y yo sigo en transantiago”... ¡baboso! . . . primero agradece la bendición de tener una boca y poder utilizarla para decir estupideces. Y si piensas que haciendo la voluntad de Dios serás bendecido; comienza por lo siguiente:
“No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca.” (Exodo 20:17 NVI)
La mentalidad materialista occidental solo piensa en casas, autos y comodidad. Para justificar la codicia buscan en la Bilbia, y encuentran el siguiente pasaje. “Si cumples todos los preceptos y mandamientos que hoy te he dado, bendito serás en tu casa y bendito serás en el campo...” y luego dicen... “¡eureka!”, y torciendo la escritura dicen “vamos a diezmar para que seamos benditos en la casa y en el campo y Dios nos de un auto nuevo y una casa en el campo”.
“Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.” (Mateo 6:32-33 NVI)
En lugar de presentar a Dios nuestras necesidades, presentamos nuestra codicia y nuestra envidia.

Ese manipulado pasaje de la biblia hay que leerlo bien. Dice que si cumplimos TODOS los preceptos y mandamientos que nos ordena. . . . ahora me pregunto ¿quien ha cumplido todos los mandamientos?.
“Porque el que cumple con toda la ley pero falla en un solo punto ya es culpable de haberla quebrantado toda. Pues el que dijo 'No cometas adulterio', también dijo 'No mates'. Si no cometes adulterio, pero matas, ya has violado la ley.” (Santiago 2:10-11 NVI)
Por lo tanto nadie puede declarar que con sus acciones se está ganando el favor de Dios. Si Dios te ha puesto como un José en Egipto es llana y simplemente porque te ama, nada más. Eso se llama gracia y misericordia.


Si piensas que Dios no te ha dado lo suficiente en lo material, comienza por agradecer de corazón lo que tienes. Si tienes un auto que quema aceite y le explotan las bujías comienza por dar gracias por ese auto y luego, usando el cerebrito y las manos que Dios te dio... ¡trabaja!. Pide a Dios sabiduría para administrar tus bienes, sabiduría para ejercer bien tu trabajo y agradece cada segundo de tu vida.

Debemos entender que Dios nos da lo que necesitamos y no lo que codiciamos. No me cabe duda de que todos nosotros podemos llegar a ser un José en nuestro trabajo, pero debemos empezar desde el pozo profundo. Todo mérito es de Cristo. Si, es cierto que dios compensa al que da, pero primeramente Dios nos da porque nos ama, luego nosotros damos porque amamos.

"Si reparto entre los pobres, todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso." (1 Corintios 13:3)
"Cada uno debe dar según lo haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría." (2 Corintios 9:7 NVI)
Si das pensando recibir algo a cambio, si das esperando que Dios "multiplique tu ofrenda", entonces eres un idólatra. Asi de simple. Si das esperando que Dios te devuelva los billetes, estás actuando con avaricia, ya que lo haces por amor al dinero.

"Quien ama el dinero, de dinero no se sacia. Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente. ¡También esto es absurdo!" (Eclesiastés 5:10 NVI)
"Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: 'Nunca te dejaré; jamás te abandonaré.'" (Hebreos 13:5 NVI)
"Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores." (1 Timoteo 6:10 NVI) 

viernes, 17 de agosto de 2012

Cuando el pastor se transforma en depredador

Una de las críticas más comunes (y trístemente la con más fundamento) que se hace a la iglesia cristiana en general y evangéica en particular es el común y desproporcionado (en muchos casos) enriquecimiento de pastores y líderes.

Casos no faltan y basta hacer algunas búquedas en la prensa para descubrir que este delito es más común de lo que se imagina.

Llega a ser indignante el ver iglesias donde la pobreza de los feligreses es extrema, careciendo en ocasiones de lo mínimo para subsistir, mientras que el pastor conduce un vehículo del año, 4x4 que sólo el pago de su permiso de circulación es suficiente para alimentar una familia. Da vergüenza.

Trístemente, muchas personas se alejan de Dios o se cierran a toda posibilidad de salvación debido a este comportamiento tan nefasto. Muchos llegan a pensar que la Biblia fue escrita con el propósito de que la “elite” controle a la “plebe”.

¿Que tiene la Biblia que decir de esta clase de pastores?

“Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza y diles que yo, su Señor y Dios, he dicho:
¡Ay de ustedes, los pastores de Israel, que sólo cuidan de sí mismos! ¿Acaso no son los pastores los que deben cuidar de los rebaños? Ustedes se comen lo mejor, se visten con la lana, degüellan a las ovejas más engordadas, pero no cuidan de las ovejas. Ustedes no fortalecen a las ovejas débiles, ni curan a las enfermas, no vendan las heridas de las que se quiebran una pata, ni regresan a las descarriadas al redil; tampoco van en busca de las que se pierden, sino que las manejan con dureza y violencia. Y las ovejas andan errantes por falta de pastor; andan dispersas y son fácil presa de todas las fieras del campo. Y así, mis ovejas andan perdidas por todos los montes y por todas las colinas. Andan esparcidas por toda la tierra, sin que nadie las busque ni pregunte por ellas” (Ezequiel 34:2-6 RVC)

Más claro, echarle agua. A Dios, el Señor, no le agrada que le trasquilen su rebaño. Me sorprende que se use justamente la palabra pastores en una época en la que la iglesia no existía.

“Por lo tanto, pastores, oigan la palabra del Señor:
A las ovejas de mi rebaño se las roban, las hacen presa de todas las fieras del campo. Andan sin pastor, y mis pastores no las cuidan ni van en busca de ellas, sino que sólo cuidan de sí mismos. Por lo tanto yo, su Señor y Dios juro, y ustedes, pastores escuchen bien lo que les digo: Yo, su Señor y Dios estoy en contra de ustedes, los pastores, y voy a pedirles cuentas de mis ovejas. Ya no voy a dejarlas al cuidado de ustedes, ni tampoco ustedes van a cuidar sólo de si mismos; yo voy a librarlas de la boca de ustedes, para que no se las sigan comiendo” (Ezequiel 34:7-10 RVC, énfasis añadido)
Estoy seguro que en estas iglesias de pastores acaudalados con feligreses en la miseria jamás se ha leído Ezequiel 34. Si es así, le invito a leer este capítulo completo en su iglesia. ¡Más de alguien se llevará una sorpresa!

Si tu pensabas que la Biblia es un manual de cómo enriquecerse engañando a otros, estás completamente equivocado.

A Dios nadie le miente, y muy pronto estos sinvergüenzas deberán dar cuentas de sus actos.

“¿No he tenido esto en reserva, y lo he sellado en mis archivos? Mía es la venganza; yo pagaré. A su debido tiempo, su pie resbalará. Se apresura su desastre, y el día del juicio se avecina.” (Deuteronimio 32:34-35 NVI)

Entendamos esto: En la iglesia se paga luz, agua, arriendo, útiles de aseo, sueldos, etc. Y en este mundo ese tipo de cosas se hace con dinero. El dinero no crece en los árboles, por lo tanto es necesario el aporte de los asistentes para el mantenimiento del edificio.

Cuando se construyó el Tabernáculo, el Señor instruyó a Moisés que recogiera una ofrenda voluntaria.

"Dile a los hijos de Israel que tomen una ofrenda para mi. La tomarán de todo aquel que de voluntad y de corazón quiera darla." (Éxodo 25:2 RVC, énfasis añadido)

Los israelitas dieron de corazón para la construcción del tabernáculo. Más adelante, la ley establece el diezmo para el sostenimiento de los sacerdotes del templo. Recordemos que muchos sacerdotes se corrompieron y "trasquilaron al pueblo" tal como lo menciona el Señor por medio del profeta Ezequiel.

Hoy vivimos en la Gracia. Somos comprados por medio de la sangre de Jesucristo, y nuestra salvación no depende de las obras. No obstante la iglesia necesita recursos para su funcionamiento, por lo que la ofrenda sigue siendo necesaria (mas no para salvación).

En el libro de los Hechos, leemos que en la iglesia primitiva, se mantenían bienes y fondos en común que eran repartidos equitativamente entre los miembros. Gran parte de los fondos recaudados iban en ayuda de los pobres, mientras que otro tanto se utilizaba para la difusión del evangelio (de hecho, los socialistas se sorprenderían al leer Hechos).

En la segunda carta a los Corintios, el apóstol Pablo instruye sobre esta ayuda para los santos (2 de Corintios 9. Recomiendo leer el capítulo completo).

Muchas iglesias conservan aún este modelo. Sus finanzas son sanas, no hay necesidades entre sus asistentes porque los fondos son correctamente administrados, constantemente están enviando misioneros y evangelizadores. Por lo tanto el problema no está en si se debe entregar
diezmo u ofrenda, sino en cómo se administra.

Lo importante es esto: Dar. No damos por obligación, ni esperando recompensa. Damos por gracia lo que por gracia recibimos. ¿Tenemos trabajo? Es por gracia. ¿Nos va bien en el trabajo? Es por gracia. ¿Tenemos un buen sueldo? Es por gracia. No nos jactemos de lo que hoy tenemos, porque todo pertence al Señor. Somos peregrinos en esta tierra y debemos extender la mano al necesitado tal como Jesús lo hizo mientras estuvo entre nosotros.

Que nadie te engañe, a Dios no se le soborna, nuestra salvación fue comprada con sangre, las bendiciones que tenemos son por gracia.