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martes, 24 de diciembre de 2013

¿Para qué nació Jesús?

“Porque ni aún el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45 NVI)

Cuando Dios creó el mundo, todo estaba en armonía, tanto entre los seres creados como entre el hombre y su creador.

El pecado de Adán tornó a la humanidad entera en abierta rebelión contra Dios, e introdujo la muerte y la destrucción al universo. Cuesta entender cómo una acción tan simple como el comer de un fruto tuviera tantas consecuencias; pero no debe sorprendernos que hasta el día de hoy, los delincuentes se justifiquen a sí mismos en base a lo “simple” de sus acciones. El problema de fondo es que simplemente no sabemos medir las consecuencias de nuestros actos.

Entendiendo esto, podemos ver que el estado actual de las cosas es imposible de solucionar. En realidad sabemos que no existe ni doctrina, ni filosofía, ni gobierno ni autoridad que pueda restituir el mundo a su estado original. Por más que nos esforcemos en poner en práctica las más hermosas utopías, el resultado final siempre será el mismo: corrupción, abusos, muertes, etc.

Nadie mejor que Dios comprende este hecho; y fue por eso que Él mismo decidió proporcionar la solución a tan tremendo disparate causado por el hombre, fue en Edén mismo que Dios le dijo a Satanás:

“Pondré enemistad entre tu y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tu le morderás el talón.” (Génesis 3:15 NVI)

Dios dijo que en algún momento futuro (para aquel entonces), nacería alguien de la mujer que derrotaría a Satanás aplastándole la cabeza, aún cuando recibiría un daño en el proceso.

Cuando leemos la Biblia y estudiamos la historia del mundo, nos damos cuenta que desde entonces la historia humana ha estado llena de guerras, muertes, plagas, traiciones, abusos, insensatez y tragedias.

Este estado de cosas es patente, y no hace falta ser un genio o un teólogo para darse cuenta que este mundo necesita arreglo, la Biblia lo expresa en estos simples términos:

“Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto.” (Romanos 8:22 NVI)

Dios prometió que arreglaría esto. Pero no sería una reparación simple.

Cuando la humanidad estaba en su infancia necesitó reglas estrictas a fin de tener un camino que le mantuviera viva; luego en un momento clave de la historia; el salvador prometido en el Edén vino a este mundo. El profeta Isaías, que vivió casi mil años antes de Jesús, lo describió de una forma magistral, como si hubiera visto el nacimiento con sus propios ojos:

“Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.” (Isaías 9:6 NVI)

Este hombre, “simiente de mujer” sería no sólo quien vencería a Satanás aplastándole la cabeza, sino que sería capaz de volver a poner el orden en el universo y gobernaría la tierra con justicia y paz.

“Él juzgará entre las naciones y será árbitro de muchos pueblos. Convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. No levantará espada nación contra nación, y nunca más se adiestrarán para la guerra.” (Isaías 2:4 NVI)

“El lobo vivirá con el cordero, el leopardo andará con el cabrito, y juntos andarán el ternero y el cachorro de león, y un niño pequeño los guiará. La vaca pastará con la osa, sus crías se echarán juntas, y el león comerá paja como el buey. Jugará el niño de pecho junto a la cueva de la cobra, y el recién destetado meterá la mano en el nido de la víbora. No harán ningún estrago en todo mi monte santo, porque rebosará la tierra con el conocimiento del SEÑOR como rebosa el mar con sus aguas.” (Isaías 11:6-9 NVI)

Esta tarea no sería un paseo por el campo. El enviado de Dios nació en un hogar pobre y debió escapar a muy temprana a edad porque querían asesinarlo. Creció como cualquiera de nosotros. Quizá se enfermó cuando niño, quizá tuvo fiebre, quizá pasó frío, fue vulnerable y frágil, se vio sometido a tentaciones y quizá cometió alguna travesura.

El enviado de Dios, creció como un hombre, y vivió una vida ejemplar. Nos dio las enseñanzas más sensatas que jamás podríamos haber recibido, y fue el más generoso de todos ya que teniendo un poder impresionante, nunca lo usó en favor propio. En resumen, vivió una vida perfecta ante los ojos de Dios, la vida que ni tú ni yo jamás podremos vivir y, una vez llegado el tiempo, presentó esa vida como sacrificio para que su sangre fuera derramada en lugar de la nuestra; a fin de cumplir la condena que Dios, como parte injuriada en este juicio celestial, demandaba de nuestra parte.

Jesús vino a vencer a Satanás, a deshacer la obra de destrucción que el hombre comenzó, a enseñarnos normas básicas de vida para tener paz y civilización, a sanar, a amar, y encima de todo esto a reconciliarnos con Dios.

“El Espíritu del SEÑOR omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar las buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar la liberación de los cautivos y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del SEÑOR y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo, y a confortar a los dolientes de Sión.” (Isaías 61:1-3 NVI)
“Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación.” (2 Corintios 5:19 NVI)

Jesús vino a darnos las respuestas finales, a darnos la paz que tanto anhelamos, a reconciliarnos con Dios, a prepararnos un hogar eterno.

En realidad, sabemos de sobra que Jesús no nació un 25 de diciembre, y sabemos que no hay árboles adornados ni viejos de rojo de por medio. Pero... ¿que importa?

Lo que importa es esto: Jesús puede nacer hoy en tu corazón, si así lo quieres. Espero de todo corazón que puedas comprender que sin Jesús no hay reconciliación con Dios, y por lo tanto no hay paz.

Hoy es el día de tu salvación, hoy es el día en que puedes decir: “Jesús, quiero obedecerte. Dios, perdóname porque estoy en rebelión contra ti”. Eso es en realidad lo único que Dios espera de nosotros. ¿qué te lo impide?

Feliz Navidad!

lunes, 22 de abril de 2013

¿Es verdad que sólo podemos congregarnos el sábado?

“Hay quien considera que un día tiene más importancia que otro, pero hay quien considera iguales todos los días. Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones. El que le da importancia especial a cierto día, lo hace para el Señor. El que come de todo, come para el Señor y lo demuestra dándole gracias a Dios; y el que no come, para el Señor se abstiene, y también da gracias a Dios.” (Romanos 14:5-6 NVI)
Tal como dice Pablo en su carta a los cristianos de Roma, hay personas que dan más importancia a unos días que a otros. Hay personas que dan especial importancia al día Sábado, reservándolo como día de culto (es decir el día en que “se va a la iglesia”).

No hay nada de malo en eso. Hay iglesias que también hacen culto a mediado de semana, ya sea día miércoles o jueves, algunas también tienen culto el día viernes, lo que es muy bueno ya que hay personas que trabajan los fines de semana y así pueden asistir al culto.

Lo triste, es que hay personas e instituciones religiosas completas que consideran que el sábado es el único día válido para el culto, calificando a las personas que celebran el culto otro día como “apóstatas”, “paganos”, “perdidos”, “condenados al infierno”, etc...

Hay una característica común de estos grupos que llama mi atención y considero que debe ser examinada con sumo cuidado. Ellos dicen: “si no adoras el día sábado, no eres salvo”. ¡Cuidado!

Ésta es una declaración sumamente delicada. Uno puede aceptar que celebren el culto tal o cual día, porque lo hacen para Dios, y eso está bien. Pero declarar abiertamente que la salvación de una persona está sujeta a celebrar el culto tal o cual día no está para nada bien.

La decisión de celebrar el culto el día sábado se basa en dos premisas principales:

1. Dios apartó el séptimo día para sí (sábado) y luego estableció en la Ley que ese día debía ser guardado:

“Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó, porque en ese día descansó de su obra creadora.” (Génesis 2:2-3 NVI)
“Acuérdate del sábado, para consagrarlo. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al SEÑOR tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. Acuérdate de que en seis días hizo el SEÑOR los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el SEÑOR bendijo y consagró el día de reposo.” (Éxodo 20:8-11 NVI)
2. Jesús se reunía en la sinagoga el día sábado a enseñar y predicar:

 “(Jesús) Fue a Nazaret, donde se había criado, y un sábado entró a la sinagoga, como era su costumbre.” (Lucas 4:16a NVI, paréntesis agregado)
“Jesús pasó a Capernaúm, un pueblo de Galilea, y el día sábado enseñaba a la gente.” (Lucas 4:31 NVI) 
“Otro sábado (Jesús) entró en la sinagoga y comenzó a enseñar.” (Lucas 6:6 NVI, paréntesis agregado) 
El razonamiento es más o menos así: “Los diez mandamientos dicen que debo guardar el sábado. Jesús predicaba los sábados. Por lo tanto debemos celebrar el culto el sábado.” 

No hay problema alguno en ese razonamiento, según Romanos 14. Creo que es una buena forma de honrar a Dios y de recordar a Jesús. No obstante hay un problema adicional y es el siguiente.


Las personas (y/o religiones) que practican el razonamiento anteriormente mencionado también dicen: “Si no celebras el culto el sábado, no estas guardando el sábado, por lo tanto has quebrantado la ley e irás al infierno”


Y esa es una declaración: falsa, mal informada, peligrosa y esclavizante.

Falsa: El guardar la ley no nos hace salvos. Es la fe en Jesucristo la que nos hace salvos:

“Nosotros somos judíos de nacimiento y no pecadores paganos. Sin embargo, al reconocer que nadie es justificado por las obras que demanda la ley sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en él y no por las obras de la ley; porque por éstas nadie será justificado.” (Gálatas 2:15-16 NVI)
“No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en vano.” (Gálatas 2:21 NVI)
“Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe, y no por las obras que la ley exige.” (Romanos 3:28 NVI) 
“Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.” (Romanos 10:9 NVI) 
Mal informada: En el quinto mandamiento, Dios estableció que el sábado sería un día de reposo para honrar al Señor y para recordar que en seis días había creado los cielos y la tierra. En ninguna parte dice que sería un “día de reunión” ni un día de culto. El sábado se establece como un día de reposo.

Tú puedes decir, "pero Jesús iba a la sinagoga el día sábado". Pero si buscas en el Antiguo Testamento la palabra “sinagoga” ¡no la encontrarás!. Las sinagogas sólo son mencionadas en el Nuevo Testamento.

Las sinagogas hicieron su aparición durante el cautiverio en Babilonia (muchos, muchos años después de que Dios entregó la Ley a Moisés) debido principalmente a la necesidad de un centro de instrucción y culto (el Templo estaba en ruinas). Luego del retorno de la cautividad, las sinagogas siguieron manteniendo su papel como centros para la instrucción.

La reunión en la sinagoga se estableció como una tradición humana, que sentó las bases de la futura Iglesia, pero nunca fue ordenada por Dios, menos aún el día sábado. No hay problema alguno en que exista esta tradición, el problema esta cuando a la tradición se le da el mismo peso que la Ley.

“Él les contestó:
-Tenía razón Isaías cuando profetizó acerca de ustedes, hipócritas, según está escrito:
'Este pueblo me honra de labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me adoran; sus enseñanzas no son más que reglas humanas.'
Ustedes han desechado los mandamientos divinos y se aferran a las tradiciones humanas.” (Marcos 7:6-8 NVI)
“Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que va de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo.” (Colosenses 2:8 NVI)
Jesús no tuvo problemas con la tradición de asistir a la sinagoga el día sábado, lo que nos demuestra que no hay nada de malo en esta tradición, pero si enfrentó de lleno a los fariseos que daban a esta tradición el mismo peso que a la Ley.

Peligrosa: Muchas personas creen con toda sinceridad que “obedeciendo los mandamientos” serán salvos. Muchas personas creen que están justificadas delante de Dios por el hecho de celebrar el culto el día sábado. Muchas personas no logran dimensionar el sacrificio de Cristo y creen que se necesita algo más.

Nada de lo que hagamos puede perfeccionar el sacrifico de Cristo. Es imposible, porque Jesús se presentó como sacrificio perfecto. No podemos mejorar la perfección. Los cristianos de Galacia intentaron hacerlo y mira lo que les dijo Pablo:

“¡Gálatas torpes! ¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes Jesucristo crucificado ha sido presentado tan claramente? Sólo quiero que me respondan a esto: ¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje? ¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos? ¿Tanto sufrir para nada?¡Si es que de veras fue para nada!” (Gálatas 3:1-4 NVI)

Al creer que las obras de la ley nos justifican delante de Dios, estamos despreciando a Cristo, estamos haciendo a un lado la sangre ofrecida en la cruz y estamos declarando con nuestra actitud que podemos ser salvos sólo con nuestras obras.

“Todos los que viven por las obras de la ley están bajo maldición, porque está escrito: <<Maldito sea quien no practique fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley>>. Ahora bien, es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios, porque <<el justo vivirá por la fe>>” (Gálatas 3:10-11 NVI)

Mi pregunta es esta: ¿estás despreciando a Cristo? ¿crees que su sacrificio no fue suficiente? ¿crees que tus acciones serán las que completen la obra de Cristo?

“El que se niega a honrar al Hijo no honra al Padre que lo envió.” (Juan 5:23b NVI) 

Esclavizante: Hay personas que han perdido el trabajo por asistir al culto el sábado. Hay personas que han dejado de lado a familiares por asistir al culto el sábado. Hay personas que no pueden tomarse vacaciones para no dejar de aisistir al culto el sábado.

¡Y no están honrando a Dios! ¡No están amando más a Jesús que a su trabajo y/o familiares! ¡Están despreciando la sangre de Cristo! Al creer que están agradando a Dios por el hecho de cumplir con el culto del sábado le están gritando en la cara a Jesús: “¡Tu sacrificio no fue suficiente!”

¡Eso se llama esclavitud! Obligar a una persona a cumplir con cierto rito bajo pena de “ir al infierno” es esclavizante y humillante. Jesús compró nuestra libertad con su sangre. Ese es el centro del Evangelio.

“Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendientes por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal.
Así que nadie los juzgue a ustedes, por lo que comen o beben, o con respecto a los días de fiesta religiosa, de luna nueva o de reposo. Todo esto es una sombra de las cosas que están por venir; la realidad se halla en Cristo. No dejen que les prive de esa realidad ninguno de esos que se afanan en fingir humildad y adoración de ángeles.” (Colosenses 2:13b-18a NVI)

Conclusión

En tiempos de Jesús, los fariseos tenían el mismo modus operandi. Vivían atentos al cumplimiento de una serie de requisitos que ellos mismos se habían inventado con respecto a la adoración a Dios. Jesús les dijo:

“¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Recorren tierra y mar para ganar un sólo adepto, y cuando lo han logrado lo hacen dos veces más merecedor del infierno que ustedes.” (Mateo 23:15 NVI)
“¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes de la condenación del infierno? (Mateo 23:33 NVI) 
Este es el típico proceder de los religiosos que desprecian la sangre de Cristo. Como no les parece sufiente lo que Jesús hizo en la cruz por ellos, insisten en agregarle algo más: "Ven sólo a nuestra iglesia", "Vístete sólo de tal forma", "No debes comer tal cosa", "Debes guardar el sábado", "Debes diezmar", "Sólo puedes leer lo que te digamos" . . . etc.. etc.. etc... 


Nada de lo que hagamos puede ser añadido a la obra de Cristo. Nada de lo que hagamos mejorará el sacrificio de Cristo. Ninguna de nuestras tradiciones puede perfeccionar lo que Dios ha hecho por nosotros. Jamás podremos comprar a Dios con nuestros actos ni con nuestra mal llamada “santidad”. Si despreciamos la Cruz de Cristo, no tenemos más que hacer. Si piensas que tus obras son imprescindibles para ser salvo, piensa esto: ¿para qué murió Jesús?

Recomiendo leer: Mateo 22, Isaías 1, Lucas (completo), Romanos (completo), Gálatas (completo), Colosenses (completo).

viernes, 29 de marzo de 2013

El sufrimiento y gloria de Cristo

"Miren, mi siervo triunfará; será exaltado, levantado y muy enaltecido.
 Muchos se asombraron de él, pues tenía desfigurado el semblante; ¡nada de humano tenía su aspecto! Del mismo modo muchas naciones se asombrarán , y en su presencia enmudecerán los reyes, porque verán lo que no se les había anunciado, y entenderán lo que no habían oído.
 ¿Quién ha creído nuestro mensaje y a quién se le ha revelado el poder del SEÑOR?
 Creció en su presencia como vástago tierno, como raíz de tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable.
 Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos.
 Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. 
 Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el SEÑOR hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros. Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca. 
Después de aprehenderlo y juzgarlo, nadie se preocupó de su descendencia. Fue arrancado de la tierra de los vivientes, y golpeado por la transgresión de mi pueblo.
 Se le asignó un sepulcro con los malvados, y murió entre los malhechores, aunque nunca cometió violencia alguna, ni hubo engaño en su boca.
 Pero el SEÑOR quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir, y como él ofreció su vida en expiación, verá su descendencia y prolongará sus días, y llevará a cabo la voluntad del SEÑOR.
 Después de su sufrimiento, verá la luz y quedará satisfecho; por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos. Por lo tanto, le daré un puesto entre los grandes, y repartirá el botín con los fuertes, porque derramó su vida hasta la muerte, y fue contado entre los transgresores. Cargó con el pecado de muchos, e intercedió por los pecadores." (Isaías 52:13 - 53:12 NVI)

 "- Cuando todavía estaba yo con ustedes, les decía que tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras.
 - Esto es lo que está escrito - les explicó -: que el Cristo padecería y resucitará al tercer día, y en su nombre se predicarán el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. Ustedes son testigos de estas cosas. Ahora voy a enviarles lo que ha prometido mi Padre; pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos con poder de lo alto." (Lucas 24:44-49 NVI)
 
"Luego vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. Su jinete se llama Fiel y Verdadero. Con justicia dicta sentencia y hace la guerra. Sus ojos resplandecen como llamas de fuego, y muchas diademas ciñen su cabeza. Lleva escrito un nombre que nadie conoce sino sólo él. Está vestido de un manto teñido en sangre, y su nombre es <<el Verbo de Dios>>. Lo siguen los ejércitos del cielo, montados en caballos blancos y vestidos de lino fino, blanco y limpio. De su boca sale una espada afilada, con la que herirá a las naciones. <<Las gobernará con puño de hierro.>> Él mismo exprime las uvas del lagar del furor del castigo que viene de Dios Todopoderoso. En su manto y sobre el muslo lleva escrito este nombre:
REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES" (Apocalipsis 19:11-16 NVI) 
 

lunes, 18 de febrero de 2013

Que vida mas grata!

Creo que no hay nada más grato que caminar por la vida con la seguridad de que las cosas están y estarán bien.

Con mi esposa tenemos esa paz de saber que aunque el cielo tenga nubarrones, al final es Dios quien tiene el control de las cosas y que, aunque a veces parezca que estamos en un callejón sin salida, Él siempre abre una puerta que nadie puede cerrar.

Podemos caminar con seguridad, sabemos que Él nos cuida como si fuéramos la parte blanca de su ojo y que aunque muriéramos estaremos con Él, en su justicia y su reino.

En este mundo de tiranos, de delincuentes, de opresión, de locura materialista, de crisis económica e incertidumbre política, da gusto poder caminar todos los días con una sonrisa, sabiendo que desde que entregamos nuestras vidas a Jesús, tenemos todo garantizado tanto en esta vida como en la venidera.

"El que habita al abrigo del altísimo
y se acoge a la sombra del Omnipotente,
dice al Señor: 'Tú eres mi esperanza, mi Dios,
¡el castillo en que pongo mi confianza!'

El Señor te librará de las trampas del cazador;
te librará de la peste destructora.
El Señor te cubrirá con sus plumas,
y vivirá seguro debajo de sus alas.
¡Su verdad es un escudo protector!

No tendrás temor de los terrores nocturnos,
ni de las flechas lanzadas de día;
no temerás a la peste que ronda la oscuridad,
ni a la mortandad que destruye a pleno sol.

A tu izquierda caerán mil,
y a tu derecha caerán diez mil,
pero a ti no te alcanzará la mortandad.
¡Tú lo verás con tus propios ojos!
¡Tú verás a los impíos recibir su merecido!

Por haber puesto al Señor por tu esperanza,
por poner al Altísimo como tu protector,
no te sobrevendrá ningún mal,
ni plaga alguna tocará tu casa.

El Señor mandará a sus ángeles a ti,
para que te cuiden en todos tus caminos.
Ellos te llevarán en sus brazos,
y no tropezarán tus pies con ninguna piedra.
Aplastarás leones y víboras;
¡pondrás tu pie sobre leones y serpientes!

'Yo lo pondré a salvo, porque él me ama.
Lo enalteceré, porque él conoce mi nombre.
Él me invocará, y yo le responderé;
estaré con él en medio de la angustia.
Yo lo pondré a salvo y lo glorificaré.
Le concederé muchos años de vida, 
y le daré a conocer mi salvación'"  (Salmo 91, RVC)


sábado, 17 de noviembre de 2012

Un mensaje a la juventud

¿Cuál es tu parámetro para saber si eres salvo? ¿Tienes conciencia de lo que la apostasía está haciendo hoy? ¿En qué o quién está puesta tu esperanza?

Un mensaje del predicador estadounidense Paul Washer que no deja indiferente a quien lo vea. Muchas veces la necesidad de llevar el evangelio a todas las personas trae como consecuencia una distorsión en el mensaje que puede tener consecuencias muy tristes.

Te invito a tomar asiento y ver este video. Te aseguro que puede cambiar muchas cosas de tu vida.


lunes, 22 de octubre de 2012

El reflejo que deslumbra

Muchos jóvenes hoy se preguntan ¿con quien estaré? ¿con quién me casaré?... y quizá la más repetida de todas las preguntas: ¿por qué estoy sólo?
Nadie duda que el hombre fue creado para estar con una mujer:

“Luego Dios el SEÑOR dijo: 'No es bueno que el hombre esté sólo. Voy a hacerle una ayuda adecuada” (Gen 2:18 NVI)

Desde el comienzo Dios estableció que el hombre debe estar acompañado. A tal punto que más adelante se hace un énfasis especial:

“El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos abandonarán la fe para seguir inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas. Tales eseñanzas provienen de embusteros hipócritas, que tienen la conciencia encallecida. Prohíben el matrimonio y no permiten comer ciertos alimentos que Dios ha creado para que los creyentes, conocedores de la verdad, coman con acción de gracias.” (1 Tim 4:1-3 NVI)

Primero que todo, debemos entender que Dios no tiene preparada una vida de soledad para ti, sino que claramente afirma que en su plan está incluida una ayuda adecuada para ti. No obstante:

“Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo” (Ecc 3:1 NVI)

No he visto nada más triste que un hombre luchando con sus propias fuerzas. Gastando sus propias energías en conquistar a una chica que quizá ni siquiera sea para él.

Hace un par de años atrás tuve a mi moto con un problema serio. Estuvo varios meses en el taller mecánico sin que nadie pudiera detectar la falla. Constantemente acudía al taller a consultar por el estado de mi máquina, y no dejó de llamar mi atención una hermosa moto deportiva roja que estaba estacionada. Cada vez que iba al taller parecía estar un poco más cubierta de polvo que la vez anterior y así cada día parecía más abandonada. Como ya tenía algo de confianza con el encargado del taller, di rienda suelta a mi curiosidad y le pregunté . . .¿que onda con esa moto... la regalan?

Me contó que esa moto era de un cliente que se encontraba en un litigio legal con la empresa. Resulta que había fallado repetidas veces debido a que el cliente la estaba utilizando para corren en carretera. Ahora bien, pese a que la moto tenía toda la apariencia de una superdeportiva, en realidad era una moto de calle común y corriente con un lindo carenado. No era adecuada para el nivel de exigencia que el cliente quería, y por eso fallaba. El cliente estaba disconforme y quería devolverla. El encargado del taller me contó que el mismo le había vendido la moto tiempo atrás, pero que le había recomendado otro modelo diferente que si era una deportiva real y no una moto de calle carenada. No obstante el cliente se sentía atraído por la estética de la china disfrazada de deportiva y no evaluó las demás caractrísticas. Había comprado una ilusión y cuando llegó la hora de la prueba todo aquello que no evaluó significó un tropiezo y un motivo de decepción.

¡Cuántos matrimonios han fracasado por un exceso de espectativas! Hombres que sólo se basan en el atractivo sexual. Mujeres que sólo se basan en un estado emocional. Llega el stress, el momento de tensión y todo se desploma. Del mismo modo que el pequeño motor de la moto china no era adecuado para la exigencia de la carretera, muchas veces las parejas no son adecuadas para nuestra carretera de la vida. ¿Esto las hace malas? ¡Claro que no! Las personas son diferentes y tienen necesidades diferentes. Si esta persona hubiera escuchado el consejo del vendedor y se hubiera comprado la máquina adecuada para la exigencia que le iba a dar no hubiera tenido problemas. Del mismo modo que una superdeportiva puede llegar incluso a ser peligrosa (y cara por lo demás) para el uso en calle, una moto de calle puede no ser adecuada para carretera. ¡Por eso hay tantos modelos!

Todos los hombres nos hemos dejado llevar por un rostro bonito. Si escribo esto es porque me equivoqué lo suficiente como para detectar el patrón sin que nadie me lo dijera.

Como hombres, necesitamos compañía. Se que tenemos mucho que entregar y se que la búsqueda es sincera y bien intencionada. Como cristianos queremos amar y entregar lo mejor que tenemos, pero debemos ser cuidadosos en dónde estan siendo invertidas nuestras energías.

Cuantas veces tratamos de agradar, de seducir, de encantar. Cuantos manuales de “Como atraer a las mujeres” leí, qué no intenté, qué no puse en práctica. Pero nada de eso me valía, porque estaba invirtiendo mis energías en el esfuerzo equivocado.

“¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?” (Mat 6:27 NVI)

Cuántas veces he visto (y he protagonizado) escenas como ésta:
  • Estoy yendo al gimnasio, me duelen los brazos...
  • Me compré un auto.. ¿te gustaria ir a la playa?
  • Te invito a comer, yo pago..
  • Estos lentes me costaron super caros... pero se ven bien..
  • Me gustan esas canciones románticas...
  • ¿Te gusta Arjona? Yo me se algunas en guitarra...
Ufff... ¡que patético! Muchas veces los hombres nos hacemos los lindos, los amables, los sinceros, los caballeros ¡solo para ganar el favor de una dama! Y lamentablemente el único favor que se busca es el favor sexual. ¡Por favor! Un hombre siempre debe ser atento y amable con toda mujer, no sólo con la que se quiere algo. ¿Por que crees que las mujeres dicen: “Ya no quedan caballeros”? Porque los hombres se conducen con caballerosidad sólo cuando buscan un encuentro sexual o, en el mejor de los casos, una relación estable.

Es una actitud cínica, falsa, hipócrita. Una máscara que no puede ser sostenida por mucho tiempo. Tarde o temprano la verdad sale a flote. Por eso las relaciones breves. Por eso los matrimonios fracasados.

Señores: Somos cristianos: No libramos batallas como lo hace el mundo. Las armas que utilizamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. No necesitamos trucos baratos de seducción para discotecas. Si queremos ganar la guerra del amor, debemos entrenarnos en nuestras armas espirituales.

¿Que debemos hacer entonces? Rendirnos. Bajar las armas terrenales... ¡No hay enemigos frente a ti!

“Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” (Mat 6:33 NVI)

Dios nos ha hecho especiales. No debemos falsear nada en nosotros para tratar de brillar. Más bien todo lo contrario. Un artesano que trabaja una piedra preciosa no le agrega cosas: la pule, le quita la capa opaca para sacar a relucir lo brilante. Es ese brillo interior único el que le da atractivo a una piedra preciosa. Si queremos brillar y atraer, debemos dejarnos pulir por el artesano. Debemos permitir que nuestra capa exterior sea removida para que el brillo de nuestro interior refleje la luz en matices de hermosos colores.

“El pectoral para impartir justicia lo bordarás artísticamente con oro, púrpura, carmesí, escarlata y lino fino, como hiciste con el efod. Será doble y cuadrado, de veinte centímetros de largo por veinte de ancho. Engarzarás en él cuatro hileras de piedras preciosas. En la primera pondrás un rubí, un crisólito y una esmeralda; en la segunda, una turquesa, un zafiro y un jade; en la tercera, un jacinto, un ágata y una amatista, y en la cuarta, un topacio, un ónice y un jaspe. Engárzalas en filigrana de oro. Deben ser doce piedras, una por cada uno de los doce hijos de Israel. Cada una de las piedras llevará grabada como un sello el nombre de una de las doce trubus” (Ex 28:15-21 NVI)

Cada una de estas piedras es única y presenta características propias: Color, textura, peso, dureza, brillo, etc. No obstante cada una de estas piedras es preciosa y de gran valor.

El color en particular es una característica muy interesante: En base a su composición química una piedra refleja cierto rango de colores. Este rango de colores reflejado por la piedra es lo que apreciamos con la vista y es precisamente aquello lo que primeramente llama nuestra atención.

Difícil sería distinguir dos piedras preciosas en un lugar oscuro. Quizá mediante el tacto, pero deberíamos ser expertos. No obstante, a la luz es mucho más simple ya que el color y el brillo de una piedra nos permite identificarla fácilmente.

Hay diferentes gustos. Hay personas que prefieren los topacios y otras personas que prefieren los zafiros. Hay personas que prefieren un brillo extremo y otras que prefieren un acabado mate. Hay personas que prefieren los colores cálidos y otras que prefieren los colores fríos. Pero cada color es el reflejo de la misma luz. No importa que tan diferente sea un topacio de un jacinto. No importa la diferencia de colores de un rubí y una esmeralda. Ambos reflejan la misma luz y son sus propias características internas las que harán que reflejen ciertos matices de luz sobre otros.

Del mismo modo ocurre con nosotros. Cada uno de nosotros es diferente en ciertas características, pero todos reflejamos la misma luz: Cristo. Algunos reflejarán especialmente su sabiduría, otros su justicia, otros su paz, otros su amor, otros su sencillez, otros su humildad, otros su liderazgo, otros su autoridad... Cada persona, como una piedra preciosa, refleja diferentes espectros de la misma luz, según su naturaleza.

“No nos atrevemos a igualarnos ni a compararnos con algunos que tanto se recomiendan a si mismos. Al medirse con su propia medida y compararse unos con otros no saben lo que hacen. Nosotros, por nuestra parte, no vamos a jactarnos más de lo debido. Nos limitaremos al campo que Dios nos ha asignado según su medida, en la cual también ustedes están incluidos.” (2 Cor 10:12-13)

Cada uno de nosotros es diferente y especial. Nada obtenemos con compararnos con otros, ni con querer ser el reflejo de otros. El único hombre perfecto es Jesús, y sólo con Él debemos compararnos. ¿Que obtenemos al vendernos como mercancía? Llenarnos de adornos que con el tiempo se ensucian y decoloran. Cuando reflejamos la luz de Cristo, nuestra belleza brilla por si misma, natural y sincera Y atrae...y atrae a la persona correcta.

Si reconocemos que luchamos con nuestras fuerzas, ha llegado el momento de arrepentirse, si en este punto notamos que en realidad corremos tras el viento, ha llegado la hora de sentarse.

Recuerdo mi último gran fracaso en materia amorosa: Había agotado todos mis recursos y estrategias. Había estudiado cuidadosamente cada uno de mis movimientos. Fui agradable, sincero, generoso, divertido, comprometido... di lo mejor de mi. Me esforcé sinceramente buscando ser el mejor y dar lo mejor, pero no había escogido bien. Sólo evalué un par de aspectos superficiales: la belleza, los gustos, la personalidad... ¡como podría evaluar el corazón de una persona! … ¡eso es imposible para uno! Del mismo modo que ese hombre que compró la moto equivocada, no fui capaz de evaluar el todo, por lo que esta persona comenzó a fallar en las exigencias de mi vida. Así yo también comencé a fracasar ya que no podía estar a la altura de sus espectativas. No resultó. Ella se defraudó de mi, yo me defraudé de ella.

No había sabido escoger.. ¿quien puede?... solo algunos pocos. No dudo que muchas personas escogen por su cuenta y escogen bien... Felices ellos! Pero no era mi caso. Quizá tampoco el tuyo.

Con el corazón destrozado llegué a los pies de Jesús. Comprendí que con mi limitada visión era poco lo que podía hacer. Así que me rendí y dejé el asunto en sus manos. Con una sinceridad asombrosa para mi, dejé de lado la búsqueda de la pareja y decidí buscar el reino de Dios y su justicia: Comencé no sólo a leer la biblia sino también a aplicarla en mi vida, a aprender de otros y a enseñar, a predicar el evangelio y a servir. Olvidé el asunto y comencé a enfocarme en perdonar, en dar y sobre todo en sentarme a los pies de Cristo y aprender.

Dios me enseñó a tratar a las mujeres. Me dio un grupo de amigas de verdad, como nunca lo había tenido en mi vida y tuve que aprender a mirar a una mujer con pureza, sin connotaciones sexuales. Tuve que aprender a escuchar a una mujer, a callar, aprendí demasiado... Detalles tan sutiles, pero sobre todo aprendí que la mujer no es sólo una pareja sexual, es la ayuda adecuada que todo hombre necesita a su lado. Sólo después de aprender eso (y gracias a Dios aprendí rápido) conocí a mi esposa en el momento y lugar que menos imaginé. Y es perfecta. Es tan adecuada para mí, que me sorprendo al descubrir que ella tiene cosas que ni siquiera sabía que yo necesitaba. La amo profundamente, la respeto, la cuido, la protejo. Aprendo de ella y trato de enseñarle lo que se. Reimos juntos y podemos estar horas sin hablar sabiendo exactamente lo que el otro piensa. Tenemos toda una vida para estar juntos y sabemos que mientras reflejemos la luz de Cristo en nosotros, tal cual somos, siempre nos sentiremos atraídos uno al otro. En verdad no tuve que hacer nada para que ella se fijara en mi (ella puede dar Fe de eso), sólo fui quien soy, sólo reflejé a Cristo con lo que Él hizo en mi vida.

Es hora de dejar los trucos baratos de discoteca. No son necesarios. Deja de reflejar a ese cantante, deja de reflejar a ese futbolista, deja de reflejar a ese actor, deja de reflejarte a ti mismo. Refleja la luz de Cristo y tu brillo deslumbrará.